Durante la tercera invasión francesa de Portugal, el ejército de Massera, falto de refuerzos y con grandes dificultades para su aprovisionamiento, decidió retirarse con dirección al valle del Mondigo para desde allí alcanzar la frontera española ordenando la destrucción de todo lo que no fuese considerado esencial de acarrear, pese a lo cual, y además del incendio de la ciudad de Miranda do Corvo con el fin de ralentizar el avance de las tropas anglo-portuguesas, pero aunque pronto vieron que Wellington se mantenía firme en su afán de persecución, después de una penosa marcha, los ejércitos franceses (unos 44000 hombres) alcanzaron el valle del Ceira en su paso por la población de Foz de Arauce, atravesando el rio por el puente que aun parcialmente destruido todavía se encontraba útil.
Cuando las divisiones de Picton y Erskiner avistaron a las tropas francesas en los márgenes del rio Ceira era ya demasiado tarde, decidiendo esperar la llegada de Wellington, momento en que después de observar las posiciones enemigas se dio la orden de atacar con la tercera división la izquierda francesa, mientras la división ligera lo hacía por la derecha consiguiendo sorprender al ejército francés, lo que permitió obtener un primer éxito inmediato en el primer ataque, que sería determinante en el resultado final de la batalla, que no fue otro que la derrota de las tropas francesas, que aprovecharon la noche para cruzar el rio y después de completar la travesía proceder a la voladura del puente.
La Foz de Arouce, escenario de los hechos, es una población del distrito de Coímbra en la región centro de Portugal, desde donde tras visitar su Puente Medieval nos acercaremos hasta la freguesia de Lousa, a la que pertenece, formada a su vez por las aldeas de Foz, Gándaras, Lousa y Serpin, para recorrer después las poblaciones de Lousa, a 7 Km, Vila Nova de Poiares (11), Miranda do Corvo (14), Chiqueiro (15), Talasnal (18), Coimbra (20), Penacova (21), Gois (22), y Penela a 31 Km.
Pero si se prefiere y se dispone del tiempo suficiente (una semana), y aprovechando la estancia en el país vecino, resultan casi imprescindibles de visitar las poblaciones de Sintra, con su maravilloso Palacio da Pena y la increíble subida hasta allí por bellos senderos y vericuetos entre una lujuriosa vegetación, a 229 Km., Estoril, residencia de la familia real española en el exilio, con su famoso Casino (233), Cascáis con sus preciosas playas y magnificas mansiones del siglo XIX (240), El Cabo Da Roca, lugar salvaje y escarpado que marca el punto más occidental de Europa, cuyos grandiosos acantilados fueron considerados el fin del mundo hasta finales del siglo XIV (247), y sobre todo, la antigua Lisboa a 243 Km. con sus tranvías que ascienden por las empinadas calles adoquinadas, los barrios multirraciales y los cochecillos de alquiler que los recorren, además de la increíble “Estufa” en el recinto de una antigua mina al aire libre, amén de un sinfín de monumentos y lugares que no puedes dejar de visitar.