La batalla del puente de Triana tuvo lugar el 27 de agosto de 1812 con la intención de posibilitar la recuperación de Sevilla.
Una vez tomada la capital andaluza por los franceses el primero de febrero de 1810, el mariscal Soult asumió la imposibilidad de la conquista de Cádiz y decidió levantar su asedio y reconducir sus tropas más al norte, hacia Sevilla, donde reforzaron los efectivos ya existentes, estableciendo su cuartel general en el Palacio Arzobispal situado en la plaza Virgen de los Reyes.
Mientras Soult coordinaba a sus efectivos en Sevilla y proseguía con el expolio de obras de arte, las tropas españolas lanzaban en julio de 1812 una gran ofensiva desde Huelva con la ayuda de británicos y portugueses, ocupando La Palma del Condado, a 50 kilómetros de Sevilla, donde los españoles forman la División Cruz, a la que se uniría la que se vino a llamar La Leal Legión Extremeña, compuesta por un ejército privado de extremeños puesto en pie por el llamado John Dawnie, un aventurero escoces que usaba la espada de Pizarro y combatía apoyando a las tropas de Wellington.
En las primeras horas del 27 de agosto, las tropas aliadas llegaban a la localidad de Castillejo de la Cuesta, pueblo limítrofe con la capital, donde tiene lugar el primer enfrentamiento serio con los franceses y que se saldó con la victoria de la recién formada División Cruz, que tras este primer encuentro, los aliados salen de Castillejo llegando a la vega en combate continuo, y sumando la ayuda de los vecinos, logran alcanzar finalmente el Altozano, encontrando a los franceses fuertemente atrincherados, momento en que comienza la batalla del Puente de Triana propiamente dicha.
Tras intentar tomar el puente, a la tercera embestida y a costa de numerosas pérdidas, los aliados lograron desmontar la defensa francesa y conseguir su propósito, provocando la huida de los franceses, ocurriendo en el contexto de la batalla que John Downie, en una carga contra el enemigo, y cuando intentaba saltar con su caballo por un hueco en el puente, es herido y abatido de su montura arrojando la espada del conquistador a los extremeños para evitar que los enemigos se hicieran con ella.
Terminada la lucha, los franceses se retiraron a Granada para luego dirigirse al norte hasta Murcia, mientras los británicos se dirigían a Alcalá de Guadaira, municipio abandonado por lo franceses para tomar el control de la villa y descansar.
El lugar de los hechos es hoy el llamado Puente de Isabel II, construido en 1852 y más conocido por el Puente de Triana.
Territorio históricamente independiente anexionado en 1248 por Fernando III de Castilla tras la destrucción del Castillo de San Jorge y el primitivo Puente de Barcas musulmán, es el barrio más especial de los once distritos en que está dividida la ciudad de Sevilla, remontándose sus orígenes a la Era Tartesica (1200a de C.), donde podemos visitar La Plaza del Altozano, La Capilla del Carmen, El Mercado, El Castillo de San Jorge, El Callejón de la Inquisición, La Iglesia de Santa Ana o el anteriormente mencionado Puente de Triana. Después de este pequeño recorrido cuza de nuevo el puente y sumérgete en el espectáculo que supone en si la ciudad de Sevilla.
Aun con la imagen de la capital andaluza en la retina, puedes ampliar la ruta con la visita a una serie de pueblos con encanto en los alrededores como Santiponce, a 15 Km., Olivares (31), Gerena (35), Carmona (37), Villanueva del Rio y Mina (42), Villamanrique de la Condesa (47), Montellano (63) o El Pedroso, a 64 Km. de la capital.