En octubre de 1936 el grueso de la armada republicana salía al Mediterráneo quedando en el Cantábrico el destructor Jose Luis Díaz junto con dos submarinos (C-2 y C-5) y el torpedero T-3 cuyos mandos no contaban con la confianza del gobierno republicano.

En cuanto se inició la ofensiva de Vizcaya el 31 de marzo de 1937, el lehendakari Jose Antonio Aguirre solicito al gobierno de Valencia el envío de los destructores y los submarinos, siendo desplazados al Cantábrico tres de ellos y el destructor Ciscar recién entregado, cuyo comandante, Jose García Presina, pronto dio muestras de su negligencia y dudosa lealtad a La Republica. Conforme las fuerzas de Mola estrechaban el cerco sobre Bilbao, que caería el 19 de junio, se haría más evidente la indisciplina de las dotaciones de los dos destructores republicanos (Ciscar y Jose Luis Díaz), por lo que a una orden del lehendakari Aguirre fueron requeridos y enviados a otras labores, pero si bien el comandante del Ciscar fue sustituido por el guardiamarina de segunda Jose Antonio Castro, al mando del Jose Luis Díaz fue ratificado García Presina, siendo reintegrado a Santander donde volvió a hacerse patente su ineficacia para proteger a los barcos que seguían esforzándose en burlar el bloqueo de los nacionales.

Tras recibir el impacto de tres bombas en su fuselaje, su capitán decidió llevar al destructor para ser reparado al puerto ingles de Falmounth, a donde llegaría el 31 de agosto, donde sus oficiales desertaban siendo detenidos y alojados en la prisión de Exceter, para finalmente, reparada la nave, zarpar el 25 de septiembre de 1937 con rumbo a Le Avre donde fondeaba de nuevo averiado, dos días después.

En la noche del 26 de agosto de 1938, cuando intentaba cruzar el Estrecho de Gibraltar a toda velocidad aparentando ser el destructor británico Grenville, seria atacado por la flota republicana que le estaba esperando, refugiándose gravemente herido en la base de Gibraltar, donde permaneció otra vez en reparación hasta que el 30 de diciembre abandonaba el puerto para ser nuevamente atacado por los dragaminas Júpiter y Vulcano, embarrancando en la playa de Los Catalanes donde recibió la ayuda de destructor británico Vanoc, que arrió la bandera española del buque y desembarco a la tripulación, remolcándolo hasta Gibraltar donde permanecería hasta 1939.

Los 153 oficiales y marinos supervivientes fueron internados en una prisión militar en malas condiciones para ser repatriados el 11 de enero de 1939 por destructores ingleses que los trasladaron hasta Almería.