Alfonso VI (1072-1109) hijo del primer rey de Castilla Fernando I, realizo durante su reinado una obra de primera magnitud en cuyo haber figura la conquista de Toledo, antigua capital del reino del Reino Visigodo en 1085, que llevo la frontera meridional de su reino hasta el rio Tajo. No obstante en la última parte de su reinado, coincidente con el gran poderío militar de los almorávides, vio cómo se perdía gran parte de lo conquistado.

Respecto a la contienda de Sagrajas acaecida en lo que hoy es una pedanía de Badajoz en La Comunidad Autónoma de Extremadura, dicen las crónicas que la batalla comenzó al amanecer y tras un día de lucha intensa las bajas de ejército cristiano fueron tremendas y solo 100 caballeros lograron regresar al castillo. El rey por su parte sobrevivió resultando herido en una pierna.

Su contrincante el almorávide Yusuf ben Tasufin, la noche de la victoria mando degollar los cadáveres cristianos y los almuhedanos, al amanecer, subieron sobre enormes montañas de cabezas para anunciar la oración de la mañana.

Un cuarto de siglo después, la guerra llegaría de nuevo hasta la población, saldándose esta vez con una gran victoria sobre el ejército de Napoleón.

Un vez visitado el paraje junto al Cerro de Orinaza, donde hoy se levanta el Fuerte de San Cristóbal, lugar donde se libró la batalla, y la Iglesia Parroquial de La Asunción de Nuestra Señora, el viajero puede iniciar una ruta, a diseñar por el mismo, a través de las poblaciones de Gevora, a 5 Km., Novelda del Guadiana (8), Valdebotoa (11), Alcazaba (11), **Badajoz, la capital (11)** Corchuela (12), Villafranco del Guadiana (18), Talavera la Real (20), Valdelacalzada (22), Balboa (24), La Roca de la Sierra (38), Olivenza (39), La Garrovilla (40), Alburquerque (44), Almendral (55), y Torre de Miguel Sesmero a 57 Km. del punto de partida.

En otro orden de cosas, durante el reinado del rey Alfonso, un combatiente excepcional, el caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar, conocido por el “Cid”, hacia su aparición en la escena político-militar de la época.

Era Rodrigo miembro de la nobleza castellana de segundo orden nacido en. Nacido en 1043 en su solar de Vivar (Burgos), hijo del infanzón Diego Laínez con quien ya había intervenido en algunos hechos de armas, antes de situarse como alférez real al lado de Sancho II, hermano de Alfonso, con quien a consecuencia las extrañas circunstancia que rodearon la muerte de Sancho a manos de un sicario (Vellido Dolfos) frente a las murallas de Zamora, donde Alfonso se había refugiado, levantaron un muro de desconfianza entre él y su nuevo señor, que duraría hasta el final de sus días.

Desterrado en 1081, no a causa del famoso juramento de Santa Gadea donde obligo a jurar al rey que no había tenido nada que ver en la muerte de Sancho, hecho que probablemente nunca existió, consiguió unir en torno a él un importante número de soldados con los que se puso a disposición de la poderosa taifa de Zaragoza, que aún se mantenía independiente.

Desde allí, unas veces al servicio de los Banu Hud y otras en su propio beneficio, asolo con sus mesnadas todo el levante español, combatiendo indiscriminadamente contra cristianos (Sancho I de Aragón y Ramón Berenguer de Barcelona) y moros, sin consentir nunca que ni unos ni otros pusieran sus pendones en tierras levantinas, sometiendo al pago de parias a enclaves como Albarracín, Sagunto, Denia etc. Con los que sufragar los gastos del gran ejército que posteriormente exhibiría ante Valencia.

Tras la derrota de Sagrajas frente a los almorávides el rey manda llamar a Rodrigo, con quien se reconcilia en 1087, devolviéndole todos sus bienes y dignidades además de concederle en su propio beneficio los territorios conquistados en la zona de levante.

Pero poco habían de durar las buenas relaciones. En el 1092 Alfonso recurre al Cid para que acuda en su ayuda y levantar el cerco del castillo de Aledo, pero Rodrigo no quiso saber nada del asunto, desoyendo con una coartada nada convincente la llamada de su soberano que nunca perdonaría su segundo desplante, desterrándole de nuevo y haciendo encarcelar a su familia.

Nuevamente al servicio de Zaragoza, Rodrigo que ve peligrar la gran ambición de toda su vida (conseguir para sí, su propio principado en el levante) se presenta a las puertas de Valencia al frente de un poderoso ejército y tras un corto asedio rinde la ciudad en 1093. A partir de entonces el Cid gobernó como soberano su pequeño estado.

Casado con Jimena, bisnieta de Alfonso V de León, su hijo Diego murió en la batalla de Consuegra (1097) mientras combatía contra los almorávides en ayuda del rey Alfonso, y sus hijas María y Cristina fueron respectivamente esposa y madre de reyes (Ramón Berenguer III de Barcelona y García V de Navarra).

A su muerte ocurrida en 1099, Jimena gobernó la ciudad por algún tiempo, pero finalmente la viuda de Cid evacuaba Valencia en 1102 protegida por las tropas de Alfonso VI.