LA DOBLE MONARQUIA
A la muerte de Enrique IV (12-12-1474) un mensajero, a revientacaballo, será el encargado de llevar la noticia a Segovia donde reside entonces la princesa Isabel, que sin esperar más, al día siguiente fue proclamada reina de Castilla en una ceremonia improvisada sin esperar siquiera al regreso de su marido que se encontraba en tierras de Aragón, poniendo al reino ante los hechos consumados.
Nacida el 22 de Abril de 1451 en Madrigal de las Altas Torres, hija de Juan II de Castilla y su segunda esposa Isabel de Portugal, la princesa había compartido con su hermano Alfonso una vida dura y discreta en la luctuosa corte de una viuda neurótica, sobreviviendo mal que bien, gracias a la generosidad de su carcelero Pedro de Bobadilla.
De naturaleza ambiciosa y un tanto iluminada, Isabel está firmemente convencida de haber sido elegida para llevar a cabo grandes proyectos en el futuro, si bien no es menos cierto que las personas que pudieron haber cambiado sus designios tuvieron una pertinaz tendencia a desaparecer prematuramente, como así sucedió primero con su hermano Alfonso, inesperadamente fallecido en 1468 cuando ya había sido coronado, como posteriormente con Pedro Girón, hermano de Juan Pacheco, Marques de Villena, muerto mientras acudía desde Ciudad Real para celebrar sus esponsales con la princesa.
Casada en 1479 en una ceremonia secreta, boda en la que no falto ni siquiera una falsa bula papal y que lleno de estupor a todas las cortes europeas, con el infante Fernando de Aragón, hijo de Juan II y Juana Enríquez, hija a su vez del Almirante de Castilla, que no defraudaría ninguna de las expectativas maternas
Por parte del consorte, nacido en Sos (Zaragoza) en 1452, Fernando fue elegido desde su alumbramiento para ocupar el lugar designado a su hermanastro Carlos de Viana, despreciado por su padre a causa de su carácter franco y humanista, a la muerte de este en 1460, libre ya de la sombra del primogénito, compartió con su padre sinsabores y alegrías, demostrando igual soltura tanto en los campamentos militares como en las turbias intrigas de la Corte.
Modelo político en su época y después de ella, atesoraba todos los dudosos atributos que parecen ser virtud en la práctica del noble arte de la política atribuyéndose a su figura la inspiración de Maquiavelo para su libro “El Príncipe”.
El tratado de Alcaçobas firmado en septiembre de 1474 pone fin a la doble guerra iniciada a la muerte de Enrique IV, reconociendo a Isabel y Fernando como reyes de Castilla, reservándose a Portugal los derechos de navegar por las costas africanas, al mismo tiempo que renuncia a todos los derechos la princesa Juana (La Beltraneja), hija de Enrique IV y legitima heredera, a la que se confina en un convento de Coímbra donde acabaría sus días en el año 1530.
Fernando murió en 1516 víctima de los bebedizos y ungüentos ingeridos en los desesperados intentos por dar al reino de Aragón un nuevo heredero tras su segundo matrimonio con la princesa Germana de Foix, que a la sazón contaba 18 años frente a los 55 del rey Católico.
Con respecto al controvertido dicho “Tanto Monta-Monta Tanto Isabel como Fernando” hay que clarificar que este nunca fue el lema de los Reyes Católicos, siendo sin embargo el «Tanto Monta” (da lo mismo), el adoptado por el rey Fernando en referencia a un hecho acontecido durante el reinado de Alejandro Magno, quien con su espada cortaría el nudo que según la leyenda debía desatar para acceder a otra de sus conquistas. La segunda parte del lema seria añadida posteriormente.
Terminada la guerra de sucesión y reorganizada la maquinaria estatal, los Reyes Católicos volverían su mirada hacia el último bastión restante de los ocho siglos de dominación musulmana sobre España.