Tras la victoria de Ceriñola ocurrida en abril de ese mismo año, las esperanzas francesas de arrebatar Nápoles a la Corona de Aragón parecían sepultadas para una larga temporada, pero nada más lejos de la realidad. Como otras tantas veces en la historia de los enfrentamientos entre los dos países vecinos, el propio Luis XII sacó recursos de la nada y en un acto de fuerza preparo un contraataque para liberar el sitio de La Gaeta, atrapando al Gran Capitán entre dos ejércitos.
Nuevamente Gonzalo hubo de replegarse hacia el este del rio Garellano, en cuyas cercanías ocupó varias plazas y esperó a los franceses en la orilla contraria, donde los españoles sufrieron la escasez de comida y las insalubres condiciones de la zona, propagándose entre la tropa numerosas enfermedades, entre ellas la que entonces se llamaba “fiebres tercianas” que no es otra que el paludismo y que afectaron al propio Gonzalo, siendo años después la causa de su muerte.
El empeño del castellano por mantener la posición a pesar de todas las dificultades tuvo su recompensa con la recepción de nuevas fuerzas, merced a un acuerdo conseguido por el rey Fernando con la poderosa familia de los Orsini, que envió un ejército en ayuda de los españoles.
Tras simular un repliegue hacia el rio Valturno, aparentando que se resignaba a su derrota, improviso un puente con pontones ensamblados entre si y apoyados sobre ruedas de carro y barcas unidas con cadenas, y el 28 de diciembre cruzó con su ejército pillando desprevenidos, cuando no borrachos, a la guardia francesa, que nada pudo hacer ante el ataque español que los pasó por encima. Ya casi de noche el comandante francés recibió la noticia del ataque español decidiendo, como había supuesto el castellano, retirarse en dirección a La Gaeta a través del Puente de la Mola. Sin luz bajo una gran tormenta y con los españoles pisándoles los talones, la situación se hizo insoportable para los franceses, dándose a la fuga la práctica totalidad de su ejército.
En los siguientes asaltos el francés no pudo superar a los piquetes germanos que ayudados por la población local propiciaron que solo un tercio del ejercito derrotado consiguiera regresar a casa con vida.
Garellano fue la última batalla que dirigió personalmente El Gran Capitán, a quien tras la muerte de la reina Isabel el viento dejaría de soplar a su favor, a quien Fernando, celoso de la fama de su comandante “Para que quiero que me gane un reino si lo reparte antes de que llegue a mis manos”, había llamado a España y desposeído de todos sus cargos en el reino de Nápoles, a donde ya nunca volvería.
Gonzalo Fernández de Córdoba, murió años después en la localidad de Loja, en la provincia de Granada, a causa de un brote de fiebre contraída en los infectos pantanos del Garellano.
El tratado de Lyon firmado en 1504 determinaría que el reino de Nápoles quedara definitivamente unido a la Corona de Aragón.
Visitado el paraje donde tuvieron lugar los acontecimientos, entre el rio Garellano y la fortaleza de la Gaeta, el viajero puede desplazarse hasta la próxima población de La Gaeta, puerto marítimo de la costa occidental de Italia perteneciente a la provincia de Latina en la región del Lazio, donde recalara para visitar la Catedral de los santos Erasmo y Mauricio, asi como el Santuario de La Santísima Anunciata, la iglesia de San Juan en Martes o el Castillo de Anjou-Aragonés, para dirigirse después a la bellísima ciudad de Nápoles, a 96 Km. de distancia.