El asedio al Alcázar de Toledo fue un episodio altamente simbólico librado en los comienzos de la Guerra Civil, en el que se enfrentaron tropas gubernamentales compuestas fundamentalmente por milicianos del Frente Popular y Guardias de Asalto contra las fuerzas de la guarnición de Toledo reforzadas por la Guardia Civil de la provincia y un centenar de civiles militarizados y sublevados contra el gobierno de La Republica.
Después del alzamiento del 18 de julio de 1936, durante los días 19 y 20, el Ministerio de la Guerra del gobierno republicano, tras varios intentos baldíos de obtener munición de la fábrica de armas de Toledo, lanzaba un ultimátum sobre el coronel Moscardo amenazando con enviar contra el a fuerzas provenientes de Madrid, lo que motivo que guardias civiles llenaran camiones de la requerida munición con destino al Alcázar.
Las tropas republicanas enviadas desde la capital, avanzadilla de la columna del general Riquelme, llegaron primero al Hospital de Talavera, donde fueron recibidas por las fuerzas del comandante Ricardo Villalba Rubio, que desde la tarde del dia 17 ostentaba el mando sobre los tres capitanes, cuatro tenientes, un alférez y cuatro sargentos, recientemente reforzados por 40 hombres de La Guardia Civil, consiguiendo a pesar de todo parar la ofensiva, ordenando la retirada al Alcázar que se realizaría sin perder un solo elemento bajo sus órdenes, mientras la Guardia Civil evacuaba y destruía después la codiciada fábrica de armamento, mientras el 22 de julio ya está en Toledo la columna madrileña compuesta por unos 2500 hombres procedentes de distintos cuerpos, comenzando inmediatamente a organizar el cerco en torno al Alcázar, defendido por 125 elementos en su mayoría profesionales de la milicia.
Tras la tercera apelación sobre Moscardo solicitando su rendición, el 23 de julio, el coronel recibió la llamada del representante del Frente Popular, Cándido Cabello, concediéndole un plazo definitivo de diez minutos, advirtiéndole de que fuera de ese tiempo, su hijo Luis, que había sido detenido seria fusilado, a lo que Moscardo, tras una breve conversación con su hijo respondió “que el Alcázar no se rendirá jamás”. Si bien Luis Moscardo no sería fusilado inmediatamente, posteriormente, tras una saca de la prisión por parte de los milicianos, fue asesinado junto a otros cuarenta prisioneros.
Ante la imposibilidad de comunicarse por radio a causa de la ausencia de electricidad, el 25 de julio, el capitán Luis Alba Navas, vistiendo un mono azul de miliciano salía del Alcázar con la intención de enlazar con las tropas del general Mola y hacerle ver que la rendición de la fortaleza, difundida por Unión de Radio Madrid, era completamente falsa, seria reconocido en las proximidades de Torrijos siendo posteriormente fusilado mientras la situación en el interior del recinto se hacía insostenible, pues ya los alimentos escaseaban y el agua comenzaba a ser racionada, produciéndose suicidios y deserciones mientras la moral intentaba mantenerse con la publicación de un periódico tirado a multicopista a cargo de Amadeo Roig.
Ante los infructuosos ataques contra El Alcázar y la falta de artillería pesada y de líderes militares que dirigieran su uso, el 14 de agosto los republicanos, al mando del comandante Uribarri, que había sustituido a Francisco del Rosal tras el cese de Riquelme, después de constatar que las defensas de la zona norte habían sido considerablemente mermadas, modificarían la táctica empleada atacando durante las cinco semanas siguientes hasta once veces la Casa del Gobierno Militar, siendo rechazados en cada uno de los intentos.
Pero la moral seguía siendo una constante preocupación para el mando, por lo que el 20 de agosto, el comandante Víctor Martínez Simancas decide fundar el cuadernillo de noticias del Alcázar, embrión del diario del mismo nombre, en el que se recogían con precisión quirúrgica los hechos acaecidos en el interior de la fortaleza, que el 9 de septiembre rechazaba un nuevo ofrecimiento de rendición y una posible evacuación de mujeres y niños.
En la mañana del 18 de septiembre, las minas que los republicanos habían estado cavando desde el dia 16 de agosto fueron detonadas por orden de Francisco Largo Caballero, destruyendo completamente la torre sudeste del edificio, mientras unos minutos después de la explosión, los sitiadores lanzaban cuatro ataques consecutivos contra la fortaleza con la ayuda de carros blindados, que resultaría un nuevo fracaso debido esta vez tanto a la enconada resistencia de los defensores como al hecho de que los escombros de la torre derrumbada resultarían un obstáculo insalvable sirviendo de parapeto a los defensores.
Finalmente, ante la amenaza de las tropas sublevadas, que ya se encontraban a 6 Km. al sur de Toledo, a las 5 de la mañana del 23 de septiembre, los republicanos asaltaban las brechas del norte del Alcázar, y si bien serian nuevamente obligadas a retirarse, el dia 24 las tropas rebeldes al mando del general Varela estaban ya en los suburbios de Toledo, obligando a la mayoría de los milicianos a retirarse hacia Aranjuez, facilitando a las tropas del general Varela la dominación completa de la ciudad y su enlace con los sitiadores el dia 27 de septiembre de 1936, precedida por la entrada triunfal del Generalísimo al dia siguiente.
El Alcázar de Toledo es una fortificación ubicada sobre rocas en la parte más alta de la población, cuya privilegiada situación ha hecho de ella lugar de gran valor estratégico militar.
Después de visitar el interior de la fortaleza, seguimos camino por la Plaza del Ayuntamiento donde se encuentra ubicada la Catedral de Santa María de Toledo con sus tres puertas de acceso, La Casa Consistorial, El Arzobispado y una oficina de información junto a la fuente, siguiendo por el Real Colegio de las Doncellas Nobles fundado en el siglo XVI para acoger a jóvenes de pocos recursos, los Baños Árabes de la Plaza de Santa Eulalia, donde disfrutar además del baño, de un relajante masaje y un reconfortante té con pastas, para continuar por las plazas de La Magdalena y Zocodover donde visitar la mal llamada Sede del Santo Oficio con sus salas de las terribles torturas o la Posada de La Hermandad, en la calle del mismo nombre donde se conservan las terribles mazmorras o la sala de juicios, para finalmente, como ciudad de las tres culturas, visitaremos La Catedral, construida en 1227 sobre una base visigoda, y utilizada como mezquita con las preciosas vidrieras de su fachada, la Mezquita del Cristo de la Luz, El Salvador, datada en el siglo IX como mezquita, la Iglesia de Santo Tome y el Monasterio de San Juan de los Reyes.
Una vez concluida la visita por la ciudad, puede emprenderse una ruta por las poblaciones de Guadamur a 13 Km., Burujon (32), Orgaz (33), Maqueda (41), San Martin de Montalbán (45), Escalona (54) Tembleque (56), Consuegra (62), El Real de San Vicente (70), y Oropesa ya a 110 Km., o El Toboso a 113