Desde que el general Franco llego a Ceuta el 19 de julio de 1936, las reuniones con Yagüe sobre la necesidad imperiosa de romper el bloqueo sobre el Estrecho de Gibraltar a fin de transportar las tropas a la Península se sucedieron constantemente, pero los días pasaban acrecentando por momentos la tensión que se vivía entre los jefes sublevados, estudiándose en un primer momento el paso nocturno, idea que se desecharía dada la continua vigilancia de los barcos gubernamentales y el hecho de no poder contar con el hostigamiento de la aviación, hasta que finalmente, el primero de agosto se recibió en Tetuán la orden de Franco (¡pero yo tengo que pasar las tropas!) para que las naves estuvieran listas para comenzar a embarcar los contingentes en cualquier momento, recibiéndose la orden definitiva el 4 de agosto de 1936.
La flota leal al Gobierno, a pesar de su superioridad en tamaño, estaba lastrada por dos desventajas respecto a la armada de los sublevados, siendo la primera la carencia de oficiales experimentados y de suficiente antigüedad, además de tener que hacer frente al poder de los comités de los barcos que interferían continuamente en el mando de los buques, por lo que tras estudiar varias opciones, ante la desorganización y la falta de una estrategia definitiva a lo que hay que unir la poca presencia de la aviación republicana la operación fallaría lamentablemente, ocurriendo que pese a la defensa del Estrecho por parte del destructor Lepanto, que resistió dañado por la aviación franquista, aproximadamente sobre las 18:30 horas del 5 de agosto de 1936, los buques sublevados comenzaban a entrar en la Bahía de Algeciras.
Ceuta es una Ciudad Autónoma Española en el norte de África a orillas del Mediterráneo, situada en el cabo de Tres Forcas, en el corazón del Rif.
Después de acceder a la ciudad en avión desde Madrid o Málaga, o bien en ferri desde esta última, subimos a Melilla la Vieja por la Puerta de Marina, llegando a la Plaza de los Aljibes, donde se ubica un gran depósito que abastece a la ciudad vieja, asi como los antiguos Almacenes de Las Peñuelas, hoy sedes de los museos Sefardí y Amazighm para seguir por la Plaza de Estupiñan para encontrarnos con distintos baluartes y torreones como Las Cabras, Bernal Francés, Las Pelotas y la de Bonet, donde se ubica también el Faro de Melilla, visitando a continuación Las Cuevas del Conventico, conjunto de grutas, algunas naturales y otras horadadas por los naturales para su protección, terminando el recorrido por el Primer Recinto saliendo por la Puerta de Santa Ana, que da a la Capilla de Santiago y está a la Puerta del mismo nombre que dispone de un Puente Levadizo que conecta con el Segundo y Tercer Recinto, donde se encuentran La Plaza de Armas, los baluartes de San Juan y San Jose y el enorme foso que rodea la zona, y ya en el último, La Torre de Alafia y los baluartes de Los Cinco Palabras y San Fernando.
Ya en la Melilla modernista, tenemos las visitas a La Plaza de España, La Cámara de Comercio, el Economato Militar y el edificio Melul, asi como la sinagoga Or Zaruan, La Casa de los Cristales, o el Palacio de la Asamblea, edificio más emblemático de la ciudad, sin olvidar La Mezquita Central o la Iglesia de la Concepción, para solazarse después de recuperar energía por los tres paseos del Parque Hernández en la Plaza de España, o bien por las bellas playas que se extienden hasta la línea fronteriza con Marruecos.
Ya fuera de la ciudad, a 7 Km. por la carretera de Alfonso XIII y previo alquiler de un vehículo, pueden visitarse Castillejos o Fnideq a 7 Km., el Mirador de Beliones (8), o Rincón a 29.