1898  BALER (En Luzón –Islas Filipinas)

A finales del siglo XIX fueron muchos los españoles que murieron como héroes fuera de sus pueblos, de sus huertos y sus aldeas simplemente por carecer de las 2000 pesetas necesarias para librarse del servicio militar, y por eso fueron a la guerra y murieron en ella. Fueron los héroes del 98, los últimos de Filipinas.

Baler era un pequeño pueblo en la isla de Luzón, cabecera de la provincia de Aurora, que contaba con un reducido grupo de casas y una iglesia defendido por un cabo y cuatro guardias civiles filipinos, que vista la situación seria reforzado por 50 cazadores al mando del teniente Moya, una escasa fuerza que sería masacrada en las primeras incursiones filipinas. Como consecuencia de estos hechos, en febrero de 1898 salían de Manila una nueva expedición con otros 54 cazadores al mando del capitán Enrique de las Morenas, que llegaron a Baler, se instalaron en el poblado y fortificaron la Comandancia.

Con el fin de asegurar su posición, el 27 de julio, el capitán decide trasladarse con todo el destacamento, a la iglesia del pueblo, decidido a esperar la llegada de nuevos refuerzos o nuevas órdenes desde Manila, al tiempo que reúnen toda la alimentación disponible con que afrontar el inminente sitio, sucediendo que lo que en principio iba a ser una puntual resistencia a la espera de refuerzos se convertiría en 337 días de penalidades y sufrimientos.

Mientras resisten los ataques a los que son sometidos por todas partes por cientos de tagalos, los días van pasando propiciando la aparición del escorbuto y la disentería, y los hombres comienzan a morir, la mayoría víctimas de las enfermedades y del hambre. Cuando se agotaron las raciones de carne, se comieron lagartijas, ratas y serpientes, y los soldados visten ya de andrajos y con los pies descalzos. En este estado de cosas, los sitiados, que no dejan de recibir mensajes de paz por parte del enemigo, deciden por iniciativa del teniente Saturnino Martin Cerezo, ahora al frente de la tropa, no recibir ya ninguna propuesta del enemigo.

El 13 de agosto de 1898, España firma el Tratado de Paris, donde capitula y entrega a Estados Unidos Las Filipinas, Cuba y Puerto Rico, y comienzan las reparticiones mientras en Baler, Martin Cerezo sigue resistiendo. Hasta cinco veces se intentó convencer al teniente de que la guerra había terminado sin resultado alguno, siendo finalmente el teniente coronel Aguilar quien llega a Baler y hace llegar a Martin, que se niega a salir de la iglesia, los periódicos editados en España para que los lea y verifique la veracidad de lo que le están contando, convenciendo finalmente al pertinaz resistente.

En junio de 1899, después de 337 días, la bandera española era arriada, logrando una rendición más honrosa que la que consiguió firmar sus superiores unos años antes.

Después de visitar Baler, el visitante no puede renunciar a un recorrido por la isla más grande y más poblada de Filipinas y su capital Manila, desde donde los célebres mantones llegaban desde China a las colonias americanas y desde allí a la Metrópolis a bordo del galeón anual, iniciando la visita por El Parque Rizal, La Catedral, los palacios del Arzobispo, del Gobernador y de Santa Polenciana, asi como el Fuerte Santiago y el Cuartel de Santa Lucia asi como los numerosos museos, todo ello a bordo de calesas que se remontan a la época colonial.
Una vez fuera de la capital, girar un recorrido por los volcanes de Pinatubo y el Toal, asi como las terrazas destinadas al cultivo del arroz y el contacto con las tribus locales, sin olvidar la ciudad de Ángeles con los hermosos paisajes de la Bahía de Subic, donde bajo sus aguas se encuentran un sin número de barcos y aviones hundidos durante las guerras del siglo XX