La batalla de Vitoria fue librada el 21 de junio de 1813 entre las tropas francesas que escoltaban a José Bonaparte en su huida, a un conglomerado de tropas británicas, portuguesas y españolas al mando de Arthur Wellesley, duque de Wellington.
Después de la derrota sufrida por los franceses en la batalla de Los Arapiles (1812), las tropas napoleónicas se vieron incapaces de detener al ejercito aliado en su camino hacia Madrid que ya había sido evacuado en julio de 1813, y desde donde Wellington, tras desplegar unas divisiones en la zona para asegurar su protección, marchaba con sus tropas hacia el norte, donde los franceses resistieron el asedio de Burgos forzando su retirada.
Pese al posterior abandono de los aliados de Madrid para retirarse de nuevo a Salamanca y después a Ciudad Rodrigo donde se reorganizaron durante el invierno a pesar de que las tropas francesas, ya gravemente mermadas y desorganizadas por la dura campaña española iban a sufrir una nueva reducción de efectivos, con el desplazamiento de varias divisiones de la Península para cubrir otros frentes europeos debido a la desastrosa campaña de Rusia llevada a cabo por Napoleón, tras la llegada de la primavera, Wellington avanzo de nuevo hacia el noroeste, llevando consigo un gran ejército formado por británicos, portugueses, españoles y alemanes, que fueron incrementados durante la marcha, con efectivos de la guerrilla de los territorios liberados, que se agrupaban para dar el golpe final, alcanzando el mariscal el valle del Esla el 20 de mayo de 1813.
Cuando José Bonaparte que tras abandonar Madrid, había establecido su cuartel general en Miranda de Ebro, enterado de que Wellington había cruzado el rio por Polientes, San Martín de Linos y Puente de Arenas, se dirigió apresuradamente a la llanada de Álava, entorno a Vitoria, donde se concentraron los ejércitos franceses.
A primeras horas de la mañana del 21 de junio, las tropas de Gil que mandaba la columna derecha empezaron a abrir paso hacia los Altos de la Puebla, mientras el general Morillo, al mando de la primera división, se lanzaba colina arriba bajo el fuego enemigo, y contando con la ayuda de la segunda división anglo-portuguesa que se había unido a la lucha, descolgaron a los franceses de los Altos de la Puebla, mientras una serie de duros enfrentamientos, los portugueses y británicos de la tercera división al mando de Thomas Picton, rompieron definitivamente el frente central francés y los defensores napoleónicos se derrumbaron, iniciándose una huida desesperada hacia la frontera, dejando tras de sí unas 8000 bajas entre muertos y heridos, mientras José Bonaparte, completamente aterrorizado cuando un regimiento de usares británicos se lanzó a la carga contra su berlina, montó a caballo abandonando el tesoro que procedía del saqueo del patrimonio español.
Consumada la retirada francesa, el general Álava con una unidad de caballería penetraba en su ciudad natal evitando que vencedores y vencidos realizaran saqueos en la villa, mientras miles de soldados aliados se lanzaban sobre el cuantioso botín de oro, plata, joyas, sedas, orfebrería etc…. que los imperiales estaban dejando en su huida.
Con posterioridad, después de agruparse y tras conquistar San Sebastián y Pamplona, en diciembre las tropas aliadas iniciaron la invasión desde las bases del territorio vascofrancés.
Vitoria, enclavada en el centro de la provincia de Álava de donde es su capital y la del País Vasco, en una amplia llanura rodeada por montes, a 60 Km de la costa, a 30 de las antiguas bodegas riojanas y a 50 de los monasterios donde aparecieron los primeros textos en español, nos ofrece un recorrido espectacular comenzando por el Casco Medieval o casco antiguo donde visitar La Casa del Cordón, con una entrada de pequeñas dimensiones que obligaba a los señores y a la realeza a inclinar la cabeza para pasar al interior, o las plazas del Machete, donde se ajusticiaba a los reos, la de La Virgen Blanca o Vieja, patrona de la ciudad donde se encuentra el monumento a Kent Follet, La Nueva, la Del Arca con la estatua Del Caminante, la de Los Fueros o la Plaza de España, visitando también La Torre de Los Anda y El Portalón, además del edificio del Parlamento, El palacio de Escoriaza-Esquivel y metidos en palacios los de Bendaña, Agustín Zulueta, la nueva de el de Bellas Artes y el de Ajuria Enea, residencia del Lehendakari, cerrando el recorrido por La Ruta de los Murales o Graffitis y las catedrales de Santa María o catedral vieja y la nueva de María Inmaculada aun sin terminar, sin olvidar la muralla del siglo XI.
Para desintoxicarse de tanto ladrillo, que no para detener la visita, es conveniente perderse un rato en los parques de Salburua, Arriaga y el de La Florida, contando para todo esto con la ayuda de la oficina de turismo donde nos proporcionaran medios para organizar este recorrido.
Si todavía tienes ganas, puedes acercarte, partiendo de Vitoria, a los pueblos de Salvatierra a 29 Km., Alana (35), Amurrio (38), Urturi (42), Labastida (47), y La Guardia a 48 Km.