Durante el mes de mayo de 1809, el profundo malestar popular contra la invasión y dominación francesa prendió profundamente entre los zamoranos, y mientras las autoridades locales permanecían pasivas y más proclives a colaborar con los franceses que a la resistencia, las clases populares salían a la calle para exigir al gobernador de la ciudad la entrega de las armas que se guardaban en el castillo, y que se retuviera el dinero exigido por las autoridades francesas de Madrid.
Conseguida la entrega de armas tras comunicaciones con la capital, se crea entonces la Junta de Armamento y Defensa, y Zamora pasa a formar parte del ejercito de Castilla bajo el mando del general Gregorio de la Cuesta en el que se alistaron un total de 844 hombres, con los que se crearían dos batallones, el de Voluntarios y el de Nacionales de Zamora.
Cuando el día cinco de enero se tuvo la noticia de la proximidad de una avanzadilla francesa, un grupo de voluntarios salieron a su encuentro consiguiendo su neutralización, obteniendo además la captura de algunos prisioneros, caballos, provisiones e incluso dos piezas de artillería.
Plenos de entusiasmo por la pequeña victoria, sobrevalorando sus capacidades y en contra de la opinión de los pocos militares profesionales presentes, el grupo de enfervorecidos voluntarios, con más corazón que cabeza, decidieron hacer frente al grueso de las tropas francesas que se acercaban, situándose en el puente de Villagodio sobre el rio Valdera.
El resultado estaba cantado. Los voluntarios zamoranos, mal pertrechados, desorganizados e inexpertos, no fueron rival para los soldados del general Pierre Maupetit, y tras oponer toda la resistencia humanamente posible y alargar la lucha durante todo el día, 130 zamoranos murieron y otros muchos resultaron heridos o hechos prisioneros, calculándose que medio millar de zamoranos no pudieron volver a sus casas aquella jornada, quedando insepultos o esparcidos por el paraje de Villalgodio la mayoría de los cuerpos caídos en combate, y solo años más tarde, cuando la presión francesa fue disminuyendo, se recogieron los restos que se pudieron hallar dándoles sepultura conjunta.
La ocupación de Zamora se prolongó durante más de tres años convirtiéndose en plaza estratégica de paso obligado, donde se acuartelaban tropas y se almacenaban armas y provisiones con destino a la conquista de Portugal, lo que supuso para la ciudad un insufrible sistema fiscal que esquilmaría las arcas municipales sin contar los saqueos de parroquias y conventos de los que no libro ni siquiera la Catedral de Zamora, todo ello con la permisividad de las autoridades locales.
Zamora es una población perteneciente a la Comunidad Autónoma de Castilla y Leon, ubicada en la Meseta del Duero en la comarca de La Tierra del Pan, capital de la provincia homónima cerca de la frontera con Portugal.
Después de acceder al lugar del enfrentamiento, señalado con un obelisco en recuerdo de lo sucedido en el paraje de Villagodio, enclavado en el puente sobre el rio Valdera en las proximidades de Zamora, el viajero puede rendir visita a la capital, comenzando desde La Plaza de La Marina hacia la calle peatonal de Santa Clara, donde se sitúa la Iglesia de Santiago del Burgo, siguiendo por la Casa Consistorial en Plaza Mayor, y los palacios de Doña Urraca de Zamora, la Casa de Arias González o del Cid frente a la catedral, el palacio de Los Momos, ubicación de La Audiencia Provincial, el de Cordón, y la casa-palacio de los Condes de Albes de Liste, actualmente Parador de Turimo, para continuar por el Ayuntamiento Viejo, ahora sede de la Policía Municipal, el antiguo hospital de La Encarnación, sede hoy de la Diputación Provincial, La Alhóndiga del Pan, transformada en sala de exposiciones, asi como la bien conservada cara externa de la Muralla y los restos del Puente Viejo, o el llamado Puente Nuevo o de Piedra, prácticamente reconstruido después de la riada de 1556, dejando para el final el extenso muestrario de edificios de culto, que comenzamos con la visita a La Catedral de Zamora datada en el siglo XII, en uno de cuyos laterales se encuentra el Museo Cardenalicio con una extraordinaria colección de tapices franco-flamencos de los siglos XV al XVII, continuando el recorrido por las iglesias ubicadas en el casco antiguo como la de San Pedro y San Pablo, el templo de mayor tamaño e importancia después de La Catedral, las de San Claudio de Olivares, Santiago de los Caballeros, donde fue armado caballero Rodrigo Díaz de Vivar, San Isidro, La Magdalena, San Cipriano, Santa Lucia, San Andrés, San Esteban o Santa María la Nueva amén de otras muchas, sin olvidar las ermitas del Cristo de Valderrey, el Cristo de la Salud, Nuestra Señora de la Peña de Francia, Nuestra Señora de la Consolación, Nuestra Señora de los Remedios y la del Carmen del Camino, asi como, al igual que en el caso de las iglesias, otras muchas desaparecidas a lo largo de la historia de la ciudad, para terminar con un relajado paseo por alguno de las zonas verdes que jalonan la ciudad como Las Riberas del Duero, los parques de Valorio, del Consejo de Europa, de La Marina Española, Del Castillo, Leon Felipe, de La Puerta Nueva y el Parque del Norte.
Después de tan dilatado recorrido, si dispones de un dia mas y aun tienes ganas de mas, puedes organizar una ruta a tu medida por las poblaciones de Pereruela a 19 Km., Ricobaya (23), Granja de Moreruela (38), Valparaiso (38), Sayago (41), Tábara (45), Gamones (45), Salto de Castro (pueblo fantasma (51), Villardiegua de la Ribera (51), Villalpando (52), Fornillos de Fermosella (62), Fermoselle (64), Pinilla de Fermoselle (67), y Benavente a 69 Km. de la capital.