La batalla de San Quintín marca el epílogo de la rivalidad franco-española abierta desde 1521.

El primer escenario del enfrentamiento fue la península italiana, donde el apoyo del papa Pablo IV facilito la entrada de tropas francesas que serían rechazadas por el Duque de Alba, quien hizo prisionero al prelado que ya había excomulgado al monarca español, mientras este, partía rumbo a Inglaterra para recibir la ayuda de su segunda esposa, María I Tudor, de quien obtendría una cuantiosa aportación en hombres y dineros, delegando el mando del contingente en Manuel Filiberto, duque de Saboya, firme aliado de España desde el reinado del emperador Carlos.

La ofensiva se inició antes de que acabara ese mismo mes con un movimiento de distracción estratégicamente planeado por Manuel Filiberto, concebido para hacer creer a los franceses que las tropas invadirían La Campaña, cuando en realidad el de Saboya tomo el camino de San Quintín cuya guarnición se reducía a unos pocos centenares de soldados al mando de un capitán.

El 10 de agosto, festividad de San Lorenzo, el condestable Montmorency decidió avanzar sobre la plaza de San Quintín con la intención de cruzar el Somme en barcas y penetrar en la ciudad, pero en la orilla izquierda se topó con los arcabuceros españoles que causarían entre su tropa, una cuantiosa matanza.

Mientras los españoles conseguían cruzar el rio con más efectivos, la caballería de Egmont penetraba en el bosque donde se hallaba ya copado el Almirante francés, y caía con extrema violencia sobre el ejército enemigo , que se vio ampliamente superado a causa de las constantes descargas de los arcabuceros, que diezmaban sin parar sus filas, siendo tal la carnicería, que los 5000 mercenarios del bando francés decidieron rendirse en masa, dejando a su suerte a los numerosos soldados que se daban a la fuga.

Sumando a las bajas en combate y la matanza de la huida, se calcula que el ejército francés dejaba en el campo de batalla unos 12000 hombres, resultando prisioneros otros 6000 entre los que destacaban casi un millar de nobles, mientras las fuerzas de Felipe II apenas sufrieron 300 bajas entre muertos y heridos.

Al conocer el resultado de la batalla, el monarca español decidió celebrar la victoria ordenando la construcción en la sierra de Madrid, del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, santo del día de la victoria.

Pero aún no había pasado un año cuando otra vez Enrique II, reclutaba un nuevo ejército que al mando de Luis Gonzaga, duque de Nevers, se dispuso a lavar la humillante derrota de San Quintín, siendo nuevamente vencido por las tropas españolas, viéndose obligado a firmar La Paz de Cateau-Cambresis en 1559, si bien un año antes, la batalla de Gravelinas acaecida en la población de este nombre en las proximidades de Caláis, había marcado ya el final de la guerra entre Francia y el Imperio Español, que se había prolongado durante los años 1547 al 1559.

Situado en el departamento de Aisne en la Alta Picardía francesa a orillas del rio Somme, son lugares a visitar El Parque de La Isla Jaques Braconnier, El Museo Antonio Lecuyer, El Teatro de Jean Vilar, asi como su Basílica, para visitar después las poblaciones cercanas de Rouvroir, Gauchy y Harly.