Se trató de un enfrentamiento bélico ocurrido entre las tropas francesas y españolas provocado por la violación del Tratado de Granada (1500) que estipulaba la participación del reino Italiano y que en el fondo ninguno de los dos contendientes tenía intenciones de cumplir.
En una primera penetración, el duque Nemours forzó a las escasas huestes del Gran Capitán a refugiarse en la ciudad de Barletta, hasta que la victoria de la escuadra española sobre la francesa en la batalla de Otranto, permitió al comandante castellano reforzar su tropa con lansquenetes alemanes, al frente de los cuales se lanzó a la ofensiva en la primavera de 1503, consiguiendo alcanzar la pequeña villa de Ceriñola con tiempo suficiente para organizar cuidadosamente su defensa.
Esta premura en el traslado, fruto de una acción inaudita para su época y que consistía en que cada caballero transportase a su grupa a un infante armado, solución que si bien provocaría un aluvión de protestas por parte de los soldados, fueron rápidamente acalladas por su comandante, y que seria, al fin y a la postre, una maniobra decisiva en el resultado de lo que se avecinaba.
Conocedor del entusiasmo de los franceses por las cargas de caballería, los jinetes españoles salieron a campo abierto simulando una carga convencional, para retirarse después incitando a su persecución y arrastrando al enemigo hacia la trinchera de vanguardia, donde los arcabuceros, apoyados por la artillería hicieron fuego causando un auténtico destrozo entre los caballeros franceses.
Por último, y visto el cariz que estaban tomando los acontecimientos, Gonzalo ordenó a todas sus tropas abandonar las posiciones defensivas y lanzarse al ataque final, rodeando a la infantería francesa entre ballesteros, arcabuceros y corseletes para dar el golpe de gracia con la caballería pesada secundada por los jinetes ligeros. Ante el tremendo castigo las tropas de Luis XII acabaron por rendirse, concediendo la victoria a los ejércitos de Fernando el Católico, destacando que entre la primera carga española y la rendición final, habían transcurrido apenas sesenta minutos.
En la población se pueden visitar además de la Catedral de San Pedro Apóstol, La Chiesa Madre, el Museo Etnológico o el Teatro Mercadante.
Se sitúan en su proximidad las localidades de Stornara, Stornarella y Canosa de Plugia. Nápoles, la capital, dista de la zona unos 170 Km.
El tratado de Lyon firmado en 1504 determinaría que el reino de Nápoles quedara definitivamente unido a la Corona de Aragón.
Visitado el paraje donde tuvieron lugar los acontecimientos, entre el rio Garellano y la fortaleza de la Gaeta, el viajero puede desplazarse hasta la próxima población de La Gaeta, puerto marítimo de la costa occidental de Italia perteneciente a la provincia de Latina en la región del Lazio, donde recalara para visitar la Catedral de los santos Erasmo y Mauricio, asi como el Santuario de La Santísima Anunciata, la iglesia de San Juan en Martes o el Castillo de Anjou-Aragonés, para dirigirse después a la bellísima ciudad de Nápoles, a 96 Km. de distancia.