Recuperado ya del desastre de Alarcos, el rey de Castilla Alfonso VIII, consigue del papa la convocatoria de una Cruzada que por una vez, olvidadas sus disensiones, unió a los reyes cristianos de Castilla, Navarra, y Aragón, si bien faltaron a la cita los ejércitos reales de León y Portugal.

Superado el paso de Despeñaperros merced a la ayuda de un pastor de la zona, la coalición establece su campamento en un lugar conocido como Mesa del Rey, siendo Alfonso VIII el primero que dio la orden de combate, cuyas tropas, al mando del vizcaíno López de Haro atacaron frontalmente con miles de jinetes.

El choque que fue absolutamente brutal obligo a las tropas musulmanas a un movimiento de retirada, pero recuperados de la sorpresa eran los infantes musulmanes los que desorganizaban el ataque de la caballería y descabalgaban a los jinetes castellanos, degollando con sus alfanjes a cuantos cristianos se ponían a su alcance. Fue entonces, cuando Al Nasir, llamado por los cristianos el Miramamolín, ordenó la intervención del grueso de su ejército obligando a retroceder al contingente cristiano.

Ante lo extremo de la situación, el rey Alfonso, tras reunirse con sus coaligados, impone su determinación de lanzar una última y desesperada carga, con lo Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra y Alfonso VIII de Castilla, al frente de sus hombres y con la ayuda de las Ordenes Militares se lanzaron al campo de batalla con todo lo que tenían.

En medio de la vorágine desatada, una acción heroica de Sancho de Navarra propicio que sus tropas se presentaran delante de la majestuosa tienda roja de Al Nasir, y tras romper con un golpe de espada las cadenas que circundaban el enclave y que pasarían después a formar parte del escudo del reino, aplastaron a la guardia personal del Miramamolín, lo que supondría un importante efecto psicológico entre los cristianos, decantándose la victoria de su lado, no sin haber pagado un importante precio en vidas, que podría cifrarse en 90000 musulmanes y 5000 españoles.

Finalmente, el califa escapó huyendo a toda prisa, refugiándose en Baeza, dejando atrás sus tesoros, lo que supuso para los coaligados un gran botín de guerra, mientras el moro, amargado, se retiró a su palacio de Marraquech donde murió a los pocos meses de la derrota.

Las Navas está considerada como el hecho de armas más importante de la Reconquista.

Santa Elena es una población de la provincia de Jaén, perteneciente a la comarca de Sierra Morena en la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Después de rendir visita al lugar de los hechos, en los alrededores de la población, iniciaremos el recorrido del el casco urbano empezando por la Plaza de la Constitución, entorno declarado Conjunto Histórico Artístico donde encontraremos los edificios más importantes del municipio, donde encontramos una escultura de Carlos III, el Museo de Las Navas de Tolosa, la Casa de Las Ordenes en la calle Cervantes, la Iglesia Parroquial de Santa Elena, y junto a esta un monolito conmemorativo de una antigua ermita que Alfonso VIII mando edificar en memoria de la gran victoria, siguiendo por el Pósito de Labradores, concebido para almacenar el excedente de grano después de la cosecha, el antiguo Abrevadero y Lavadero, hoy fuente publica de donde brota un agua de excelente calidad, asi como la Casa de Las Ordenes en la calle de Cervantes, el Museo del Aceite de Oliva, el monumento al Buen Cazador y el Mirador de Martin Alhaja con su telescopio.

Completada la visita, podemos iniciar una ruta por las poblaciones de Las Navas de Tolosa, a 9 Km., La Carolina (13), Carboneros (14), La Fernandina (18), Guarroman (26), Baños de la Encina (33), Begijar (68), Baeza (70), y Jaén, la Capital, distante 78 Km. de Santa Elena.